El misterio de los algoritmos y otras metáforas

De todos los cambios asociados a la tecnología, un subconjunto de importancia no menor es el de los cambios de lenguaje. De repente una palabra que apenas usábamos con un significado bien acotado y bastante restringido, se vuelve de uso universal con significados múltiples y a veces misteriosos. Pensemos por ejemplo en la palabra “programa”. Hasta hace un par de décadas un programa, en el lenguaje común, era una especie de anuncio de las películas de la semana en una sala de cine, o el díptico con el horario de sesiones de un congreso.  Pero desde que aparecieron los ordenadores personales los programas pasaron a ser un tipo de entidades matemáticas (el software) responsables del funcionamiento del ordenador y de las tareas que le encomendamos. Un programa era y es ante todo un programa de ordenador, es decir un conjunto de instrucciones escritas en un lenguaje formal especializado y pensadas para ser ejecutadas por una máquina informática.

En los últimos tiempos se está perdiendo este uso específico del término programa, al tiempo que se está perdiendo el carácter central de los ordenadores en la revolución de las tecnologías de la información. Nuestro referente principal para hablar de tecnologías no son ya los ordenadores, sino los teléfonos “inteligentes”, las tabletas electrónicas y las redes sociales montadas a través de Internet. En consecuencia nuestros antiguos programas de ordenador (lo que ellos hacían) han pasado a ser competencia de las “aplicaciones” que descargamos de la red y a las que ya solo conocemos con la abreviatura de su nombre: son las APPS que continuamente nos están proponiendo descargar en nuestros móviles para realizar proezas maravillosas, como traducir una página web, leerla en voz alta para nosotros o localizar un restaurante barato cerca de donde nos encontramos, etc.

Hay una palabreja cuyo uso se está extendiendo y popularizando, aunque procede de un ambiente conceptual mucho más sofisticado y misterioso que la palabra “programa” o “aplicación”. Se trata del término «algoritmo». De repente el mundo está lleno de algoritmos, los algoritmos nos van a resolver los problemas de transporte, las campañas de vacunación y la seguridad en nuestras calles. Un algoritmo será el responsable de valorar las pruebas diagnósticas en la consulta del médico, de anticiparse a la llegada de una tormenta meteorológica, de conducir nuestro automóvil por la autopista o de impedir  (o provocar) la caída de la bolsa de Nueva York.

Pero ¿qué son los algoritmos?

Los algoritmos son simplemente programas, aunque considerados desde un punto de vista abstracto. Un conjunto de instrucciones bien definidas para manipular información es un algoritmo que puede ser implementado en diferentes lenguajes, dando lugar a los correspondientes programas o aplicaciones informáticas. Nada más.

Los algoritmos, como los programas de ordenador, no tienen vida propia. Son como las reglas que nos enseñaban en el colegio para calcular la raíz cuadrada de un número, aunque con un alcance mucho más amplio y una potencia de cálculo mucho mayor. Pero los algoritmos,como los programas de ordenador, solo hacen lo que nosotros (los programadores y los usuarios) somos capaces de hacer con ellos.

¿Por qué hay gente que ve la existencia de algoritmos como una amenaza para la vida o la libertad humana?Por una sencilla razón: igual que puede haber gente que no vea en una hoja de afeitar más que un posible instrumento asesino, también hay quien no ve en la tecnología más que amenazas y un camino que inexorablemente nos llevará a la ruina y la destrucción generalizada de todos los valores humanos. Pero esto son solo cuentos de terror. Divertidos, pero estúpidos. Los algoritmos solo tienen la vida que nosotros queramos darles, son programas de ordenador que solo ocultan los misterios que previamente hemos escondido en ellos.

3 comentarios en “El misterio de los algoritmos y otras metáforas”

  1. Sin duda debo de pertenecer a los «estúpidos» que sospecha que detrás de un algoritmo-programa-aplicación se ocultan «intereses inconfesables» (?) Y como casi siempre el motivo de esta sospecha es muy posiblemente mi ignorancia (nuestra ignorancia) (?)

    Por qué desconozco el funcionamiento real del Windows que tiene instalado esta máquina con la cual escribo estas líneas? Por qué no puedo saber cuántos servidores visitará este mensaje una vez enviado? Por qué ignoro lo que hace WordPress con la información que tan generosamente le suministramos? Por qué Twitter conoce mejor mis pensamientos que yo mismo?

    Quizás la respuesta sea porque el algoritmo ha ganado la partida a los seres humanos que desconocemos su estructura y funcionamiento interno?

    Ese algoritmo que puede «provocar» la caída de las bolsas para multiplicar en unas horas el beneficio o la ruina de millones de personas, es un criminal con todas las agravantes imaginables!

    Pero, de momento, aún no hemos podido acusarlo del delito de crear artificialmente una BRUTAL DESIGUALDAD en el mundo de los Humanes. Quizás por este motivo se haya convertido en un cuento de terror… pero sinceramente los cuentos tienen siempre -o casi siempre- un autor conocido y por lo tanto RESPONSABLE de las líneas de código que escribe!

    Un placer leerte… Felices Fiestas con o sin Algoritmo !!!

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